sábado, 12 de abril de 2025

Malditos Ipods: Warbringer - Gotthard - Avalanch

Muy de pequeño me aficioné a Asterix, junto a Mazinger Z, los primeros ídolos de mi niñez. Las aventuras de los galos y sus continuas victorias frente a Julio Cesar y sus “malditos” romanos llenaron mi infancia. Tal vez el hecho de su imagen de anti-héroes, la conciencia de la victoria del oprimido frente al represor, David tumbando una y otra vez a Goliat, aunque de eso, evidentemente fui consciente mas tarde. Un poblado de irreductibles galos que si extrapolamos al mundo del metal, la representación caería del bando de los thrashers, celosos guardianes de un orgullo metálico, metalero, o heavy, que siempre me ha gustado más el nombre que el apellido a la hora de definir mi apego a esta música inmortal a la que mas de uno trata de mirar por encima del hombro. Y no es quizás real esa idefensión, porque las estructuras del tiempo acaban siempre dándonos la razón, mientras muchos se van para no volver, “los nuestros” resisten, si es que  alguna vez se fueron, regresan de nuevo, poderosos y renovados. Pero el primer disco del “Malditos Ipods” de hoy no versa sobre retornados ni celosos guardianes temporales de una esencia de lecciones de violencia  musical sino de compañeros de viaje formados en generaciones posteriores que pisan con firmeza como es el caso de los norteamericanos Warbringer, empeñados en reformular el género, refrescarlo sin que pierda su esencia, campaña en la que se hayan implicados por ejemplo también nuestros Angelus Apatrida, seguir siendo sin dejar de ser.

Wrath and ruin” es la nueva andanada con la que Warbringer nos ataca frontalmente desde aquel “Weapons of tomorrow” que los californianos editaron en el año 2020. Desde la inicial “The sword and the cross” en la que cruzan con paso firme las fronteras hacia el US Epic Metal, trasladando a sus canciones sonoridades más enraizadas en los sonidos clásicos del heavy metal. Y es que esa versatilidad es el caballo ganador sobre el que cabalgan Warbringer aunque lógicamente son sus andanadas atómicas construidas sobre unos riffs que actuan como incansables martillos pilones sobre tu sistema nervioso, donde más los disfruto. El ser capaces de deslizarse desde esas influencias siempre palpables del thrash metal alemán de los 80, más oscuro y virulento que el norteamericano a flirteos rozando propuestas más extremas o esos riffs de la escuela Exodus, ponen a prueba la capacidad del registro de su vocalista, John Kevill para ser capaz de salir airoso de cada uno de los envites a los que sus compañeros de banda fuerzan. Un claro ejemplo, mi canción preferida del disco, “Through a glass, darkly” en la que la voz de Kevill incluso cruza hacia parajes propios por momentos del black metal sinfónico. Si además “Wrath and ruin” viene acompañado de un segundo disco con quince canciones, más de una hora, en directo registradas en su gira europea de 2023, ¿qué más se puede pedir?.

Pero aunque no reivindico ciegamente épocas pasadas tamizadas en filtros donde el papel de la memoria desestabiliza la realidad para convenientemente ser utilizada y reutilizada, si soy parte y forma de una generación que vivió en sus carnes el reforzado golpeteo del Thrash Metal y el acondicionamiento del Hard Rock y sus postulados hacia terrenos abonados del gran público, obviando la competencia creada entre generos y afiliándome sin complejos a las filas de ambos. La llegada de Gotthard cuando el hard de corte melódico comenzaba a languidecer mediaticamente, les confirió en los círculos de fieles oyentes del estilo, un estatus de “héroes”, de rara avis con vistas a un ya imposible resurgir. 

La historia de los suizos Gotthard estará marcada siempre por el trágico suceso del fallecimiento de Steve Lee camino ya de 15 años, coincidiendo posiblemente con el mejor momento en cuanto a popularidad del grupo y seguramente a composiciones, con discos como "Lip Service" y "Domino effect". Una banda que se había tragado la larga travesía de los peores años mediáticos del hard rock a partir de la mitad de los 90 hasta convertirse en parte activa de la "resurrección" que el género vivió a principios del siglo XXI. Aunque el fallecimiento de Lee y su posterior duelo no significaron el punto final del grupo, si es cierto que, o al menos desde mi punto de vista, que a los siguientes discos que Gotthard pusieron en circulación, les faltaba algo, que no terminaban de cuajar de la manera que habían demostrado saber hacer desde comienzo de los noventa.

Fieles a su manera de entender el hard rock, sin renunciar nunca a los elementos más melódicos ni tampoco a aquellos que pudiesen hacer su sonido actual, intentando no repetir al pie de la letra fórmulas pasadas, Gotthard se presentan este 2025, cinco años después de su anterior lanzamiento, con "Stereo Crush" en el que siguen insistiendo en sonar actuales pero al que además esta vez han insuflado más potencia, consiguiendo que el disco mantenga ese poso de fuerza añadida que eleva el tono de las canciones. Un ejemplo claro es "Rusty Rose", una canción que me recuerda a ciertas etapas por ejemplo de los canadienses Harem Scarem cuando coqueteaban con tesituras más propias del hard "moderno" en detrimento de fórmulas más apropiadas para el A.O.R. por mucho que la inicial "Thunder & Lightning" trate de tender puentes hacia décadas pasadas -y doradas- del hard melódico.

Por supuesto que hay sitio y lugar para presumir de melodías, como es el caso del medio tiempo "Burning bridges" pero que a pesar de ello, si escuchas esa base rítmica así como la guitarra, te das cuenta que la fuerza que desprende "Stereo Crush" es algo propio. Si la versión de "Drive my car" no deja de ser anecdótica, nos da paso a "Boom boom", quizás un poco artificial en la que se quedan un poco en tierra de nadie. "Life" es la balada que no debe faltar en cualquier disco de hard rock melódico que se precie de ello, protagonismo vocal, ambientación orquestal como atmósfera y un estribillo que pone colofón. "Liverpool" es una canción que va a sacar la sonrisa a cualquier fan clásico de Gotthard, mostrando su faceta más clásica con ese teclado que es puro a.o.r. de los 80.

"Shake, shake" nos devuelve al sonido actual que pretende adoptar la banda, mucho más cruda, con una muy buena melodía vocal y esos ecos que devuelven a la vez recuerdos añejos. Mucho más hard rock es "Devil in the moonlight", festiva, directa, a la que un estribillo un poco más grandilocuente le hubiese venido más que bien. Cierran el disco otro tema de guitarras gruesas como es "Dig a Little deeper" que alterna su fuerza con un tratamiento muy melódico de la voz y "These are the days" balada armada de acústica donde Gotthard y su vocalista Nic Maeder se luce manejándola con maestría. "Stereo Crush" es un disco que entra a la primera, que muestra que Gotthard vuelven a estar más centrados, pero que le ha tocado luchar con un año, que en estos primeros cuatro meses ya nos ha legado un buen puñado de discos de hard rock a un nivel bastante alto.

A otros a los que la historia del rock de ritmos más poderosos debe su lugar en su historia es a Alberto Rionda y Avalanch. Hubo un momento en el que respecto a popularidad, Avalanch fueron muy grandes. Luego, tengo la impresión, que por un lado la antipatía que alguna gente cogió a muchas bandas que emergieron en aquella eclosión del heavy hispano y sobre todo los cambios de formación lastraron a la banda del incombustible Alberto Rionda. Personalmente, Avalanch junto a Tierra Santa, siguen siendo mis bandas favoritas de aquella generación, que guste o no a alguno que otro, volvió a poner al heavy metal en disposición de resurgir y atraer para sí un relevo generacional siempre tan importante, tan necesario. Tres décadas de música avalan a los asturianos, a los que el tiempo les ha ido viendo dar forma a su personalidad y reforzarla en el tiempo.

Muchos son los vocalistas pasados por Avalanch y cada cual elegirá el suyo. El mío sigue siendo Ramón Lage, quien por cierto aparece en esta recopilación con la que el grupo celebra su "30 aniversario", regrabando un buen puñado de canciones, parte del legado del grupo, a las que todo sea dicho, no han incluido grandes cambios ni han alejado de sus postulados originales. El gran protagonista de este “30 aniversa” es el actual vocalista de Avalanch, José Pardial, que se enfrenta al reto de poner voz a una serie de canciones, no ya solo identificadas de antemano por los fans de  Avalanch con los vocalistas que en su día les dieron voz y vida, sino el de tener de aceptar el reto de los variados registros vocales que estas incluían.

¡Y vaya si Pardial sale bien parado!. El vocalista, en una muy acertada decisión, ha llevado todas y cada una de las canciones a su propio terreno, haciéndolas suyas y  reivindicando su actual papel como frontman de Avalanch, rayando en todo momento lucir a muy buen nivel. Evidentemente “30 Aniversario “ es café para los muy cafeteros, pero también una buena oportunidad de gozar en un mismo disco de 20 canciones que recorren la historia de una de las bandas importantes del heavy metal realizado y manufacturado en este país.









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