"Trouble in time" es uno de esos discos que como concepto musical se salta -a priori, que cuando excavas te das cuenta que las influencias de una manera u otra siempre estarán presentes- varias generaciones para rendir cuentas a ese hard rock primigenio que bebía de las bases del blues, de la psicodélia y del sinfónico pero que a su vez imprimía esa fuerza bruta innata, instaurada por el culto a las guitarras. "Trouble in time" coge impulso sobre todos esos nombres -los conocidos, los no tanto- para partir de su base y no conformarse con ser un incómodo copia y pega, sino cimentar una personalidad propia. Escucha maravillas sonoras como "Twelve labors", donde se dan la mano los Kinks más hard rockeros, los efluvios progresivos del hard setentero de Rush y la grandilocuencia del riff de Led Zeppelin, por nombrar tan solo tres bandas que cualquier fan del hard rock conoce y reconoce como dogma de fe. ¡Ríndete a esta puñetera maravilla de canción o huye al lugar más apretado del mundo a lamerte el escroto como si no existiese nadie más alrededor que importase".
"Trouble in time" es otra pieza más para hacer girar el engranaje del rock en el siglo XXI, para gritar a los cuatro vientos que la música sigue viva por más que traten de que mute en vete a saber que cosa, y que frente a las nuevas -y necesarias a veces, no nos anquilosemos en el tiempo/espacio y terminemos siendo tan fanáticos como aquellos a los que criticamos- tendencias, en las que la velocidad impuesta a la vida actual invita a consumirlas en un corto periodo de tiempo, tan ínfimo que pierde valor en el momento que colisiona con otra nueva, para hacer pervivir nuestra manera, nuestra filosofía de degustar lentamente la música, el arte en general, sin la exigencia constante de la moda. "Trouble in time" es un disco para disfrutar a fuego lento, para percibir cada detalle, para volver a poner cada canción porque te ha parecido escuchar algo ahí que te llama la atención. "Trouble in time" es algo más que una intención, como dirían Asfalto, "Trouble in time" es una razón inequívoca para seguir creyendo en el hard rock.
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