El antropólogo escocés Sir James George Frazer en una de las obras monumentales -en distintos aspectos- “La rama dorada. Magia y Religión” (1890), escribía sobre la “transferencia del mal” lo siguiente: “Las desgracias y pecados acumulados de toda la gente se cargan algunas veces al dios agonizante, que se supone los llevará consigo para siempre, dejando a la gente inocente y feliz. La noción de que podemos transferir nuestras culpas y dolores a otros seres que los soportarán por nosotros es familiar a la mente del salvaje. Se origina en una confusión obvia entre lo físico y lo mental, entre lo material y lo inmaterial; por ser posible trasladar una carga de leña o piedras, o lo que sea, de nuestros hombros a los hombros ajenos, el salvaje cree igualmente posible transferir la carga de sus penas y tristezas a otro para que la sufra en su lugar. Con esta idea actúa y el resultado es un número infinito de tretas malévolas para endosar a otro cualquiera la pesadumbre de la que un hombre quiere sustraerse. En pocas palabras, la idea de delegar el padecimiento es corrientemente entendida y practicada”. Y aunque Frazier a estas alturas forme parte más de la historia de la antropología que como una línea de investigación actual, la lectura de su obra sigue siendo necesaria siempre adoptando un punto de vista diacrónico para entenderlo.
Y quizás sea una transferencia de la “maldad” desde un sentido mas metafísico o de la emotividad en sus distintas escalas lo que los ingleses Ba’al presentan su segundo álbum, “The fine line between heaven and here”, una noria de emociones y tensiones en forma de canciones que te conducen durante el poco más de una hora que dura por un etéreo camino donde se funden de manera magistral claridad y sombras, sonidos cristalinos y distorsión, ritmos pesados con clarividentes atmósferas envolventes, todo parte de uno, cada una parte indisoluble de un todo. Los doce minutos de la canción inicial “Mother’s concrete womb” no solo sirve como introducción sino como resumen sonoro de la propuesta de Ba’al, ese subterfugio donde seextienden tentáculos que absorven sustancias sonoras que van desde el post rock al doom, del black metal al progresivo, todo con una naturalidad para encajar las piezas que produce el más profundo asombro y satisfacción mientras como una hidra de musculosas ramas te atrapa y te mimetiza con ella.
Esta fina línea entre el cielo y aquí, de espectaculares desarrollos y conceptos definidos respecto a sus letras en concordancia con las atmósferas que son capaces de crear, maquinando un universo transversal y personal al mismo tiempo con la invitación a formar parte no como silencioso testigo sino como cómplice si eres capaz de abandonarte a su travesía de caos y tensa calma imbricadas a la raíz desde donde crcce su propuesta musical. Guitarras y teclados comparten protagonismo según el momento, el estado de ánimo, la percepción de tu conciencia. La voz se torna hacia la fortaleza de aquel lugar donde no consigue llegar la luz, expandiendo su reinado de sombras y oscuridad a traves de un registro vocal que se alinea en los negros páramos del black metal.
No es justo destacar canciones porque ellas mismas te ponen en la tesitura de no ser capaz de elegir, de diferenciar, más aun cuando con cada escucha encuentras como todas y cada una de ellas te vuelve a sorprender, bien con detalles que ya habían calado en ti u otras que asoman con cada nueva escucha. La agresividad y los pasajes casi jazzísticos y agónicos de “The ocean that fills a wound” o la majestuosa contundencia de “Floral cairn” incluido ese pequeño reposo instrumental antes de volver a entrar en la espiral decsensay emociones que la engloban. Es cierto que en los cada vez más difusos límites “geograficos” donde tratar de encajar por estilo a Ba’Al nos estamos encontrando este año con una incesante muestra de grandes discos, pero sin lugar a dudas, este “The fine line between heaven and here” se postula como uno de los candidatos a colarse en los rankings de mejores discos del año.

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