THE QUIREBOYS - BLACK EYED SONS
Todos tenemos nuestra banda favorita, o bandas favoritas, que nadie dejó escrito que tenga que existir monogamia en esto del rock and roll. Pero además, también hay siempre, esos grupos que son especiales, a los que tienes un cariño especial, por los que te lo juegas todo a cara o cruz, sin pensártelo demasiado. En mi caso, podría nombrar varios, pero sobre todo, si hay una banda capaz de hacerme siempre sentir bien con sus canciones, y elevar al máximo el grado de idolatría que siento por ellos, es Spike y sus Quireboys. Joder, 30 años ya, regalándonos canciones, poniendo música a muchos momentos vividos y por vivir. Tres décadas de lucha por amor al rock and roll, ese que vieron crecer en los barrios de su Inglaterra natal. 24 años desde que saliese su primer disco, el tantas veces escuchado, "A little bit of what you fancy", 24 años de letras cantadas, de estribillos coreados y de recuerdos impregnados en su música.
Ha llovido mucho desde que las calles de Londres les viese nacer, pero la esencia sigue siendo la misma, Spike y Griffin se han encargado de que se mantenga viva, y Guerin, que también es pieza importante en que esto siga sonando como debe de sonar. El disco suena muy, pero que muy bien, con ese sonido añejo a british rock que tan bien han sabido conservar y crear. Spike sigue teniendo esa garganta, que va ganando como el vino con los años, en calidez, en personalidad. No pierde ese toque a Rod Stewart, como la banda nunca perderá esa esencia Faces o Humble Pie. Arrancan con "Troublemaker", y unas guitarras asesinas, mostrando la faceta más hard rocker de la banda, con esos teclados de Keith Weir jugueteando por detrás. Para "What do you want from me?", bajan el pie del acelerador, entrando de lleno en sonidos más clásicos, con un Spike como protagonista, poniendo la emoción con su garganta rasgada.
"Julieanne" es puro Faces, ese r&b blanco de taberna con el que encandiló al personal el british rock. En "Double dealin'", las guitarras suenan a southern rock, puro 70, con un Spike envalentonado y la banda tirando de oficio, como solo los grandes saben hacerlo. Que grandes. "Stubborn kinda heart" conquista con esas acústicas, un precioso medio tiempo, nada empalagoso y lleno de clase y elegancia. "Lullaby of London town", es puro rock and roll, con unos Guerin y Griffin que está magnífico durante todo el disco. Balada, es lo que nos encontramos a continuación con "The messenger", alta en emociones, con la voz de Spike y el piano de Weir como grandes conductores, junto a las acústicas. Vuelve el octanaje con "You never can tell", sonido clásico de la banda, sonido clásico del rock and roll de las islas.
Más acústicas en sintonía con el piano, y suena "Mothers ruin", alternando tema rockero con tema lento. Cierra "Monte Casino", de modo intimo, despidiendose hasta la próxima vez que vuelva a pulsar el play, que será pronto y repetidas veces. No se que dirán de este disco en medios serios o en otros que pretendan serlos. Aquí, como esto es solo mi casa, The Quireboys, siempre tendrán un lugar de honor en mi mesa, para degustar de sus canciones, acompañados de un buen vino. Que grandes son estos tipos, que nunca me falte a mi lado alguna de sus canciones.
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