Aunque muchos achaquen a Stranger Things esa vuelta a la estética ochentera, pero lógicamente, aunque su repercusión ha sido enorme no es la única. Dead of summer también nos pone en bandeja esa ambientación, ya que transcurre a final de los ochenta. Varios antiguos habituales al típico campamento de verano para chavales vuelven unos años después al mismo como monitores en l a reapertura de este. Y aunque podría llevar a pensar en Crystal Lake y Jason Voorhes, cualquier parecido queda en un misterioso campamento junto a un lago con adolescentes. Dead of summer ahonda en el misticismo de antiguas tradiciones mezclada con sectas y espíritus invocados, durante diez amenos episodios que consiguen entretener manteniendo la tensión y jugando al despiste, y que sin ser una de esas series que pervivirá en el recuerdo, sí que resulta refrescante y logra captar la atención.
La sucesión de clichés es bastante obvia e incluso algún personaje cojea, pero si consigue hilar la historia general y añadir las historias personales de los protagonistas como lazo de unión. Es cierto que va ganando con los capítulos, pero la segunda temporada fue cancelada lo que provoca un coito interruptus en toda regla, dejándote con la miel en los labios. Aun así, recomendable serie con la que aprovechar ahora que vienen unos días libres el que pille puente.
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