domingo, 24 de agosto de 2025

Mastodon - Leviathan (2004)


La vida en sí no entiende de planes de futuro, en el instante más inesperado saltan los créditos y la película llega a su fin, sin importar ya lo que pudo haber sido de otra manera. La vida es como la luz, qur pir muy podetosa que pueda parecer cuando su esplendor es pleno, un sencillo click en el interruptor la sumerge en la más densa oscuridad. Hace unos días nos sorprendíamos con el fallecimiento de Brent Hinds a lo,os de su moto, una decisión imprudente de otro conductor cortaba su vínculo con nuestra realidad para siempre en un plano físico. Su espíritu sin embargo ha quedado plasmado para siempre en su música. Mastodon su sello de union con esta vida. A finales de agosto se cunpliran 21 años de la efición de “Leviathan”, segundo disco de la banda, obra importante dentro de los cánones del metal moderno. No siempre he conectado con la evolución musical de Mastodon, su camino y el mío han tornado en vías extrañas. “Leviathan” sigue siendo la piedra angular de mi relación con Mastodon y va a servir para rendir homenaje a Brent Hinds.

“Leviathan” confeccionó la hoja de ruta del metal de este siglo, Mastodon trascendió el género y quizás en otro momento debatamos las consecuencias que conlleva, pero en “Leviathan” seguían reconociéndose como una impoluta máquina trituradora de riffs. Que “Blood and Thunder” siga siendo fundamental en sus directos habla a las claras de su importancia y calado, que para esta versión de estudio, a esa impenetrable muralla de riffs colaborase Neil Fallon es una excelente declaración de intenciones. La busqueda de la gran ballena blanca en un acorazado buque de riffs define la esencia inmortal de “Blood and thunder”, una batalla a tres bandas entre Mobi Dick, Ahab y el océano. Sigue la penitencia del riff primigenio presente en “I am Ahab”, primera muestra del alejamiento de los preceptos del sludge del disco debut, “Remission” para vislumbrar los primeros acercamientos a los del prog que se hacen mas perceptibles en “Seabeast” con la calma densa propia del thrash metal de su comienzo y la irrupción de voces limpias. La crudeza impía del metal resurge con “Island” encadenando con su primer trabajo y desencadenando una tormenta acústica a través del sonido de batería y el desgarro de la voz.

“Iron Tusk” presume de riff, en primera línea como el acero del arpón sobrevolando el mar en busca de su presa. Desde el primer instante me conquisto la inquietud de la tensa calma que propone “Megalodon” hasta que la voz de Troy Sanders se convierte en un desgarrado reclamo contestado con el continuo martillar de las guitarras de Hinds y Kelliher. “Naked burn” aclara el camino que Mastodon parecían dispuestos a tomar por los parajes del metal progresivo, descartando la violencia sonora de la primera parte del álbum para recrearse en la melodía construida por las guitarras y sus cambios de ritmo. “Aqua dementia” prosigue la misma línea editorial, aunque en esta ocasión las líneas vocales de Sanders si entroncan con las posturas aguerridas a las que hasta entonces Mastodon nos tenían acostumbrados.  “Hearts alive” y sus 14 minutos de travesía en la que los distintos desvaríos instrumentales van conformando un viaje obsesivo de diferentes etapas por recorrer, de la calma a la tormenta y viceversa con la obsesión y la locura como pilotos al timón.

“Joseph Merrick” es el final de un disco que sería la antesala del reconocimiento masivo de Mastodon, de su subida a una nueva escala que les llevaría de boca en boca, oido en oídos. “Leviathan” sigue siendo un disco imponente en todos los sentidos, una obra pétrea a la que no derribará el paso del tiempo ni de las modas, un disco que ha evitado por derecho propio el purgatorio del olvido. “Leviathan” es también parte del camino a la inmortalidad de Brent Hinds.

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