lunes, 6 de octubre de 2025

Glenn Hughes - Chosen (2025)


En ese contínuo trasiego de tratar de alternar presente y pasado, es donde vamos construyendo el único tesoro que el tiempo sólo podrá borrar al final, cuándo ya no seamos que un recuerdo voluble. Guardamos en nuestra cabeza una percepción de las cosas que a veces deforma la realidad pero porque las sensaciones, las emociones y por que no, las decepciones son tan personales e intransferibles que no necesitan ser objetivas para ser parte de “nuestra verdad”. Me considero afortunado por haber tenido la ocasión de disfrutar en directo de la voz de Glenn Hughes y en más de una ocasion, una de esas circunstancias que al menos en mi caso, han perdurado en  la memoria. El vocalista y bajista, nos tiene últimamente acostumbrados a que su garganta mos deleite en compañia de reconocidos músicos, bien con The Dead Daisies, con Black Country Communion o Tony Iommi, pero hacía ya tiempo que no se centraba en su carrera en solitario, dando cabida a esa musculosa mezcolanza -o tal vez sería más certero hablar de convivencia- entre el hard rock, el funk y el soul matizado. A sus 74 años tenemos este “Chosen” al que sinceramente no podemos más que rendir pleitesía viendo el fabuloso estado de las cuerdas vocales de Glenn Hughes.

El disco comienza con “Voice in my head” y su marcado riff, hard rock potente de aromas clásicos y a la vez  actual, con ese interludio de reminiscencias funk a lo Lenny Kravitz coronado por la voz de Hughes. “My Alibi” es tremendamente rítmico y musculoso a la par, hard rock y funk abrazados de una manera tan natural que parecen concebidos para ello. La canción que da título al disco nos muestra a un Hughes excepcional que se recrea en la estrofa, meciéndote con el bajo, preparando la descarga épica del estribillo mediante las líneas vocales. “Heal” busca meterse de lleno en terrenos más melódicos, bucea en las cristalinas aguas que ya Hughes navegase en aquel fabuloso “Soul mover”.


“In the golden” se mueve entre el hard rock poderoso con gotas funk que tan bien manejaba Glenn Hughes en los 70 con Trapeze y que supo trasladar a su época en Deep Purple junto a Bolin y Coverdale. “The lost parade” presenta una de las guitarras más heavys del disco, una ambientación más oscura que nos traslada a sus colaboraciones con su buen amigo -y héroe de este que escribe- Toni Iommi. “Hot damn thing” revive los parámetros de hard rock de ambiente setentero y festivo comandado por el riff de guitarra y un poderoso estribillo. En “Black cat moan” hasta su título nos evoca lo que nos vamos a encontar, funk rock vibrante donde las guitarras se encargan de protagonizar el transcurso de la canción.

“Come and go” es un medio tiempo con el que bajar hasta el refugio de la percepción y disfrutar de la voz de Glenn Hughes y su imperecedero matiz, contagiarse del espíritu personal e introspectivo que su voz denota. Tras la calma, regresa el poder de la guitarra de Soren Andersen para cerrar el disco con un fabuloso trallazo de hard rock. Glenn Hughes sigue a un nivel envidiable, hace ya mucho que encontró su punto de inflexión y a partir de ahí solo puede hacernos disfrutar más y más como ocurre con “Chosen”.

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