Jey Deflagratör, voz y guitarras, Ricky Malevolent, guitarras, Putrid Vön Rötten, batería y S. Chainsaw-Maeströr son los responsables de esta genialidad en forma de canciones capaces de alterar tu estado de animo a través de la violencia -a veces- sonora que predican y la destreza que denuestran con cada movimiento. El disco comienza demostrando fuerza, potencia, andanadas teledirigidas de thrash metal oscuro como aquel que se facturaba en la Alemania de los ochenta comandada por los primeros trabajos de Kreator, Destruction o Sodom, por el de bandas como Darkness, S.D.I. o Necronomicon, velocidad, contundencia, oscuridad…”Dogue Noir” comienza a resaltar en las guitarras y en esos cambios sonoridades que les acercan al Black conjugados con solos melódicos. De lo que no se puede acusar a este nuevo disco de Hexecutor es de ser plano, lineal, repetitivo, y llegamos a la tercera canción y el cambio es sustancial, perfecta simbiosis entre crudeza en las líneas vocales y melodías en la música construyen “Les lavandiéres de la nuit”.
Puro heavy metal es lo que nos encontramos de frente en “Youdig (perfides frontiéres)”, exabrupto melódico en esas guitarras que se recrean en sí mismas antes de avanzar hacia los terrenos del epic metal. “Paol Goz” recupera el talante más agresivo de Hexecutor, musicalmente hablando, batería acelerada, potencia, y como marca de la casa, esos interludios melódicos de las guitarras. “Kerdis Bras” abre las puertas de la oscuridad, con un ritmo más controlado, bajando la velocidad y adaptando en la voz herencias de Celtic Frost o Bathory. “Conomor le maudit” se acelera conscientemente, retorna a los espectros del thrash metal oscuro, ese que ya dejaba otear en el horizonte la majestuosidad infernal del black metal mezclado con esos cambios más propios del metal épico antes de retornar al blackened thrash metal.
“Marion Tromel” -cuyo riff the guitarra me trae a la cabeza al inspector Gadget, insondables relaciones de la mente- se muestra de nuevo incólume en la creencia a pies juntillas de la fusión entre líneas melódicas por parte de las guitarras y la crudeza agresiva de la voz. Un muy buen disco en el que Hexecutor han sabido como abrir su sonido lo suficiente para que aun siendo reconocible en cada parámetro no caer en una formula monolítica de la que atreverse a salir. Fuerza, oscuridad y melodías recorren este “ Where spirit withers in it flesh constraint”.

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