Tower se lanzan a por todas desde el comienzo, buscando la velocidad como aliada natural. “Under the chapel” corta el viento en un apasionante duelo entre la voz de Linden y las vigorosas guitarras de James Danzo y Zak Penley. No bajan la intensidad ni un instante con esa carrera sonora característica del speed metal que nos pega en el rostro cuando suena la canción que da nombre al disco y que precede a uno de los puntos álgidos de este, la poderosa “Holy water” con ese riff veloz y potente y la fantástica labor vocal de Sarabeth que consiguen vestirla de esa piel de himno tan propia del heavy metal.
Tras la tormenta llega la intensa calma de “And I cry”, un medio tiempo que va creciendo hasta explotar manera contundente y que brinda la oportunidad de lucirse a una Sarabeth que le aporta una proporción equilibrada de dramatismo y épica. “The well of souls” es una instrumental de apenas un minuto que nos introduce de lleno en un preciso ejercicio de heavy metal llamado “The book of the hidden” con un riffs que destila fuerza y melodía y de nuevo la garganta de Sarabeth a nivel estratosférico. No bajan la marcha con “Iron clad” donde se adivinan ciertos eco de Doro en las lineas vocales y de Judas en ese solo donde disfrutamos del duelo de guitarras.
Maravilloso el comienzo de “Don’t you say” que tiene un sabor a George Lynch con Dokken para dejar que nos perdamos en el ritmo pausado de lo que comienza como balada hasta que de forma premeditada durante el solo de guitarra se convierte en una demostración de poder hasta el final de la canción. “The hammer” es la encargada de cerrar el disco manteniendo ese nivel tan alto que Tower nos brindan en este poderoso “Let there be dark”, un disco que no puedes dejar pasar si lo tuyo es el heavy metal sin más-como si eso fuese poco-.

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