lunes, 8 de diciembre de 2025

Paradise Lost - Ascension (2025)


Me dejé llevar hacia El Paraiso Perdido de John Milton muy joven, cuando mi mente era un hervidero de contradicciones que combatían a pecho descubierto por encontrar respuestas que les diesen un lugar definido. Su densidad me afligió una inmisericorde derrota de la que fui consciente que era transitoria, que nos volveriamos a encontrar en el camino cuando fuese solidificando en mi el sedimento, las capas que se sobreponen en el transcurso de la vida. Con el paso del tiempo regresé a la lectura de El Paraiso Perdido, aún repleto de contradicciones, unas nuevas, otras evolucionadas, pero ya consciente de la necesidad de mantenerlas en pos del equilibrio, con las puertas de la percepción abiertas de par en par pero sin bajar las armas que la velan, con la inquietud de pisar ese cruce de camino donde libertad, justici, bien y mal se entrecruzan. Comprendí o creí hacerlo, que la alegoría de la oscura figura de Satanás que preconiza Milton en su obra iba mucho más allá del retrato costumbrista para expresar el gesto disconforme del poeta del siglo XVII que alzaba el puño ante sus propias contradicciones y las de la época.

A principio de los 90, la “resurrección” del metal tras su aparente caida en desgracia, cruzó mis pasos con los británicos Paradise Lost, que preconizaban su propia visión de la oscuridad, explorando el antagonismo aparente de una sonoridad que conseguían encajar como “bricoleur” de Lévi-Strauss, quien construye su palacio ideológico con los “escombros” de un antiguo discurso social. A dia hoy, Paradise Lost es una de las bandas suficientemente asentada en el universo metálico, con un imaginario e ideario construido a través de una continua evolución que incluye en su interior retrospectivos retornos al pasado como parte del presente. Despues de media década de silencio discográfico, Mackintosh y Holmes se embarcan en una ascensión de doble camino paralelo, que encauzaun camino de ida y vuelta entre la luz y la oscuridad. “Ascension” representa, de manera personal e intransferible, el concepto de Paradise Lost que más me atrae, el de un eclecticismo bien medido sobre una base pesada en la que los sobrebordes del Doom y el Gothic conviven de forma permanente sin temor a atraer a sus costas otras ramificaciones propias del Metal.

“Serpent on the cross”, sacando a relucir epicidad y melancolía en sus primeros compases para arrancar con fuerza y la marcialidad de la voz de Holmes, aspera, oscura y el melódico solo de guitarra. “Tyrants serenade” nos introduce a través de su riff en un pasaje en el que conviven los espectros góticos de la banda con un fondo más pesado, creando un polivalente intercambio entre voces limpias y rasgadas. “Salvation” nos invita a cada golpe de batería a introducirnos en el sombrío reino del Doom Metal jugando con las atmósferas y Holmes arrastrando las silabas entre la parsimoniosa estrofa, guitarras que crean momentos melancólicos e instantes de luz que se revelan en partes corales. “Silence like the grave” muestra la faceta más agresiva musicalmente hablando de los actuales Paradise Lost, contundencia transformada en un preciso ataque a travesde riffs constantes. “Lay a wreath upon the world” minimiza la tormenta, abre claros sobre la densa oscuridad que envuelve al disco al menos durante los dos minutos y pico de voz limpia y guitarra acústica que incita a la esperanza y el intimísimo antes de que furiosos riffs golpeen en contraposición a las voces femeninas encaminándose en el último minuto de nuevo a los límites perceptivos de la opresiva atmósfera.

Me ocurrió algo extraño la primera vez que me enfrenté a “Diluvium” si en los primeros instantes me invadió la sensación de que bajaba el nivel a la par que transcurre la canción me siento atrapada a ella como en una inexpugnable tela de araña, a esos riffs machacantes, ese sonido pesado que me transporta a los tiempos de “Draconian times”, la rama más Heavy Metal de Paradise Lost que los emparentan mi subconsciente con los momentos más inspirados de los Metallica post “Black album”. Tras la tormenta de truenos renace la quieta calma a través de “Savage days” que a pesar de su aparente “fragilidad” mantiene una fuerza intrínseca en segundo plano que sale a la superficie en cada pasaje instrumental para volver a su estadoinicial cuando el protagonismo lo acapara las atmósferas vocales de Holmes y atentos a ese estribillo de fantástica construcción. El atronador inicio de “Sirens” navega entre las continuas corrientes alternas del Heavy Metal más rudo y el Thrash Metal con una gran interpretación vocal de Holmes, capaz de adaptar su registro a las distintas vías capaz de explorar Paradise Lost con la misma excelente solvencia.

“Deceivers”  es muy Paradise Lost y voy a tratar de explicarme, en la canción encontramos huellas de un Death Metal sui generis, de Doom Metal y de la interpretación  que la banda hace del Metal más tradicional creando un artefacto árido y contundente capaz de acelerar o frenar en los momentos precisos. Nos encontramos como Paradise Lost se acogen plenamente a esa alta capacidad compositiva que poseen con el medio tiempo “The precipice” en un continuo increscendo que circula de las voces limpias a las guturales y viceversa mientras musicalmente crean un emotivo reflujo de tensa calma, de oscura tranquilidad interior. “This stark town”  es en esencia Gothic Metal con esas gui tan características y el empeño en la melodía vocal que dibuja líneas melódicas -valga la redundancia- contrastadas con la fuerza oscura que se recrudece al entrar en escena los guturales, seguramente no es mi preferida del disco pero no deja de sorprenderme ese sonido obsesivo que desprenden las guitarras.

Me invade la extraña sensación de que “Ascension” en su parte final, de forma intencionada se sume en una desescalada de oscuridad, de contundencia como parte final del camino, donde se remata con “A life unknown” que se aleja de la opresiva atmósfera para quedar en un segundo plano. Aún así, “Ascension” es un disco mayúsculo de una banda que jamás ha optado por mantener uno patrones fijos en los que más que sentirse cómodos ellos, se reflejen los anhelos de sus fans, obligandonos a una nueva reflexión interior, formulando un compendio de -casi- todo lo que como concepto vital representa la música de Paradise Lost.

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