La busqueda del referente es algo cíclico de lo que el mundo de la música en sus distintas vertientes no es ni mucho menos ajeno. En un tiempo donde a los grandes héroes el inexorable paso del tiempo les va colocando cerca de la última casilla, el anhelado relevo generacional nos lleva a veces a ratar de acelerar tanto los procesos que los grupos acaban siendo los grandes damnificados. Los angelinos Wings of Steel se han convertido en un reducido espacio de tiempo en una banda que se ha colocado en boca de todos, medios y fans del Heavy Metal por mérito propios. Los norteamericanos reflejan tanto en su sonido como estéticamente el resurgir de un género con el que nunca han podido acabar por mucho que hayan intentado sepultarlo. “Winds of time” debería ser la confirmación de Wings of Steel pero es que va mucho más allá, ya que la banda nos presenta un disco que resume todo lo que nos gusta del Heavy Metal y además lo hace de manera suprema, recogiendo influencias que van desde el Heavy Metal más clásico de raíz tanto britanica como norteamericana, pasando por el US Power Metal, el Epic Doom a la accesibilidad que requirió el Heavy Metal en la segunda mitad de la década de los 80.
Si hay una figura fundamental en el Heavy Metal -amén de los guitarristas, evidentemente- es el cantante y Wings of Steel pueden sacar pecho y presumir en este aspecto, puesto que Leo Unnermark goza de unas condiciones espectaculares y envidiables frentre al micrófono. El disco no lo abren de manera sencilla ni mucho menos, sino con una canción de diez minutos, la que da nombre al disco, enraizado en los elementos más clásicos del Heavy Metal, combinando majestuosidad, velocidad y melodía de manera precisa. “Saints and sinners” saca músculo a través del sonido de la batería, unas guitarras veloces y la voz como un cuchillo, una canción que navega entre los Judas Priest más potentes y los Riot de “Thundersteel”.
Llega el momento de un medio tiempo épico con sabor a himno propio deblos ochenta llamado “Crying”, donde encontramos emotividad a raudales, un estribillo maravilloso y esa sensación de poder que no pierden ni un solo instante. “Burning sands” vuelve a mostrarnos a los Wings of Steel más musculosos, con Unnermark recordándoa Halford, y es que el sonido inal de los 80, principio de los 90 es una constante en Wings of Steel, junto a un riff que se endurece justo antes del solo de guitarra. “To die in holy war” tiene sabor a puro USPM, aquel cañón de potencia y melodías que hacían a principio de los 80 bandas como Black Knight -que curiosamente eran canadienses pero son clara muestra de ese heavy metal autóctono de sus vecinos- o Medieval Steel. Sorprendente “Lights go out” donde exploran nuevos registros acercándose a Black Sabbath era Dio y ese epic doom que Iommi y RJ influenciaron.
“We rise” es puro “eighties”, con un comienzo melódico que puede recordar a Queensryche para, crecer en intensidad con unas guitarras cercanas al hard rock y un estribillo construido para que el público se deje la garganta en directo. Cierra el disco “Flight of the eagle” adoptando de nuevo ese porte épico para una extensa balada -siete minutos- a la que añaden los necesarios momentos dramáticos convirtiéndola en una balada que podría convivir en los mejores discos de heavy metal de final de los 70. Wings of Steel no se limitan a rememorar tiempos pasados al pie de la letra sino que encauzan viejos cánones para adecuarlos a su modo de entender como debe sonar una banda actual de puro heavy metal.

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