Malditos Ipods: Supergrupos o el origen del mal…



De acuerdo, quizás el título de los Malditos Ipods -si os preguntáis por el origen del nombre de marras, en el primer M.I. de la serie, lo expliqué- pero no me negaréis que lo de combinar egos variados en aquello que dimos a llamar “supergrupos” suele salir bien desde el punto de vista de encontrarnos con un puñado de canciones estupendas, pero conscientes de que la fecha de caducidad de dichos combos suele ser relativamente corta. Antes unos cuantos músicos de renombre se encontraban en un bar, y a la tercera copa, la fase de exaltación de la amistad exagerada por los efluvios etílicos terminaba en un ¡vamos a grabar un disco!. Que pregunten a Ian Gillan. Ahora los adelantos tecnológicos evitan -en algunos casos- esas situaciones y si la ocasión surge, desde casa cada cual graba su parte y a otra cosa mariposa, si por lo que sea, resulta que no nos aguantamos. Este año también hemos disfrutado del contacto común entre gente que conocemos bien de sus historias habituales, por ejemplo Whom Gods Destroy.

El génesis de la banda tenemos que buscarlo en Sons Of Apollo y su disolución en el regreso de Mike Portnoy a Dream Theater de donde nunca debió marchar. Pero tanto Ron Thal “Bumblefoot” como a Derek Sherinian mantenían la sensación de que tenían juntos aún mucho por decir, por lo que junto al batería Bruno Valverde -Angra-, el bajista Yas Nomura y un vocalista polifacético de grandes capacidades vocales como es Dino Jelusick. “Insanium” (2024) es un artefacto descomunal de metal progresivo incidiendo principalmente en el metal por encima de todo. Dos canciones que me devuelve a los mejores tiempos de Yngwie J. Malmsteen como son “The decision” y “Keeper of the gate” con ese sonido neoclásico de la guitarra me vuela la cabeza. Whom Gods Destroy son capaces de sonar agresivos en “In the name of war” o sacar a relucir toda la efectividad de una balada como “Find my way back” y es ahí precisamente donde se da a valer Jelusick capaz de afrontar los retos que le marcan unos músicos cuyo talento se contrasta a cada instante. “Insanium” es un auténtico portento de principio a fin y la voz de Dino Jelusick una auténtica locura.

Salto del metal progresivo al metal gótico, pero si en el disco de Whom Gods Destroy avisaba sobre incidir en el término metal, cuando escucho “Nordic Gothic” (2024) de Cemetery Skyline, es precisamente donde menos se ahonda con las canciones que nos colocan frente a los oidos, Mikael Stanne -Dark Tranquility/The Halo Effect-, Markus Vanhala -Insomnium/Omnium Gatherum-, Victor Brandt -Dimmu Borgir/Witchery/Entombed-, Santeri Kallio -Amorphis- y Vesa Ranta -Sentenced-. Algo así comoir a la batalla y lanzar de primeras a la caballería. Nunca me atrajo en demasía el metal gótico perode la misma manera reconozco rendir pleitesia a “Razorblade Romance” (1999) de HIM, un disco que posee ese extraño halo capaz de mantenerte escuchado a cada escucha y precisamente vuelve una y otra vez a mi cabeza cuando escucho este “Nordic Gothic” que adolece de ese instinto sexual natural que desprendía Ville Valo al encarnar las melodías vocales. Cuidado, que las comparaciones son odiosas. Además suelen dejar en mal lugar al comparado y no sería justo porque Cemetery Skyline facturan un disco pleno de melodías fabulosas y construyen las atmósferas oportunas para que todo suene a la altura de los músicos que andan detrás. Al Cesar lo que es del Cesar. 

Vuelta a los States de la mano de Category 7, formada por un puñado de veteranos del thrash metal norteamericano. Phil Demmel -Machine Head/Kerry King- y Mike Orlando -Adrenaline Mob- que después de un puñado de conciertos homenaje a Randy Rhoads, decidieron sacar adelante un proyecto juntos. Y ya metidos en harina, mandaron unos temas a John Bush -Armored Saint/Anthrax- que decidió unirse al grupo, completado con Jack Gibson -Exodus- y Jason Bittner -Shadows fall-. ¿Qué nos ofrece semejante elenco?. Pues un contundente ejercicio de heavy metal made in U.S.A. Un artefacto compacto y contundente, sin fisuras, que sin asentarse al menos en mi manera de entenderlo, en los sacros terrenos del Thrash Metal -aunque por ejemplo “Mousetrap” si que es un furioso y frontal ataque thrasher de ley-, lo bordea a veces gracias a la fiereza de los riffs y la batería de Bittner, auténtico motor que no permite  decaer ni un solo instante la potencia que emana este “Category 7” (2024). Dejo para el final la labor vocal de un inmenso John Bush, que a estas alturas no va a sorprender a nadie el nivel al que nos tiene acostumbrados. Sin dudas, es uno de esos discos para colocar en los altares del heavy metal y rememorar una herencia recibida de gente como Vicious Rumors, Metal Church u otras bandas que cimentaron esa frontera entre el heavy metal y el thrash en los 80 convirtiéndola en permeable.







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